Los insectos fitófagos que atacan a las plantas decorativas de jardín y/o interior abarcan una amplia variedad de especies, como pulgones, cochinillas, trips, mosca blanca y ácaros, entre otros. Su desarrollo incluye etapas que varían según el grupo, pero en general transitan por fases de huevo, larva o ninfa, y adulto. Los huevos suelen colocarse en el envés de las hojas, en tallos tiernos o en las grietas de la corteza. Al eclosionar, las larvas o ninfas comienzan a alimentarse de los tejidos vegetales, succionando savia o masticando partes de la planta, dependiendo de la especie. Esta alimentación causa un debilitamiento progresivo del vegetal. Muchas de estas plagas pueden reproducirse rápidamente en condiciones favorables, generando varias generaciones en una sola temporada. Algunos insectos, como los pulgones o las cochinillas, presentan reproducción partenogenética, lo que acelera aún más la infestación. Los adultos, móviles en la mayoría de los casos, se desplazan a nuevas plantas para continuar su desarrollo, y algunos incluso pueden actuar como vectores de virus u otros patógenos.